Iniciar una inversión es perder el miedo a hacerlo
Uno de los requisitos fundamentales para poder iniciar una inversión es perder el miedo a hacerlo. Existen sesgos cognitivos en cada ser humano, que los hacen tomar decisiones usualmente erróneas, ya que forma parte inherente de nuestra psique y del comportamiento cerebral, por lo que son predeterminadas por nuestra mente, y muchas veces somos plenamente conscientes de ello. Esta clase de sesgos cognitivos, se ven disparados por situaciones que se presentan, e invariablemente pueden llegar a afectar las decisiones financieras.
Dichos sesgos se pueden dividir en tres principales que evitan tomar riesgos en una inversión en sector inmobiliario:
Extrema prevención y hostilidad hacia la pérdida en proyectos hipotecarios o de negocios. Vaya, este es un sentimiento normal después de todo, ¿no? Es una respuesta natural, porque en estos casos, cuando se habla de temas financieros, estamos acostumbrados a que nuestro cerebro conciba una mayor importancia a la pérdida, que a la ganancia en sí.
Hay que pensar cuando alguien se encuentra un billete de determinada denominación, la alegría es explosiva, pero la mente suele mesurarse en poco tiempo. Ahora, hay que ver el otro lado de la moneda, cuando ese mismo billete se ve extraviado o perdido, sin duda el sentimiento de decepción suele ser demasiado fuerte, y cuando se prolonga, se deriva en una tristeza que puede durar de minutos a horas, aunque hagamos lo posible por reprimir ese sentimiento o emoción en el subconsciente.
Habrá que imaginar esa proyección o extrapolación (muchas veces infundada), cuando se piensa en invertir una cantidad de dinero importante para un proyecto de inversión inmobiliaria; es normal que la negatividad se imponga muchas veces a la actitud positiva que se tenía en un principio
cuando se pensaba en invertir.
Ocasionalmente y sin razón alguna, las actitudes negativas se imponen a las positivas. El problema es cuando esta clase de emociones se vuelven sistemáticas en el ser humano.
Sesgo de experiencia reciente en proyectos hipotecarios. Un evento que no resulta muy bien, volverá a salir cuando nos encontramos en una situación similar. Es un mecanismo natural del cerebro para alertarnos de algo, pero a veces es tan extremo que no nos da tiempo para discernir otras variables o factores que son diferentes a la primera experiencia. Ese sesgo nos llevará a un miedo inherente a tomar riesgos.
Por ejemplo, es normal en una persona que anteriormente invirtió en el sector inmobiliario, y no haya resultado bien. Cuando se le vuelve a presentar una oportunidad similar, a veces ni siquiera piensa en otra posibilidad de invertir en algo que realmente le puede dar frutos a futuro.
El inversionista de negocios y proyectos como las bienes raíces rentables, debe poseer esa resiliencia a este tipo de situaciones, y por nada pensar en que un proyecto fallido, será igual a todos. Aunque es cierto, el buen emprendedor requiere de disciplina para mejorar sus procesos de trabajo, así como la suficiente autocrítica para aceptar que erró en algo, y así tener la fuerza suficiente para salir adelante y mejorar las cosas, porque entiende que si bien el camino es largo y con obstáculos, la recompensa será muy grande.
Otro sesgo de experiencia reciente, es cuando suceden situaciones que no están en nuestras manos, como confinamientos por pandemias y otras cuestiones. El COVID-19 además de las lamentables muertes provocadas, también causó muchos quiebres de negocios. Es natural que en épocas post pandémicas, se tenga un miedo a invertir en proyectos hipotecarios de vivienda.
Nuestro cerebro debe adaptarse a esa clase de circunstancias con todo y sus contextos subyacentes. De otro modo, no seremos capaces de tomar riesgos, que puedan llevarnos a un mejor futuro.
El sesgo de disponibilidad para proyectos hipotecarios. Es una errónea interpretación de posibilidades en varios rubros de la vida. En la gran mayoría de los casos por culpa mediática, las personas llegan a pensar que hay más probabilidad de sufrir un accidente de cualquier tipo, que enfermarse de una infección respiratoria y fallecer. Eso mismo es aplicable en finanzas, cuando vienen recuerdos de crisis financieras del pasado, obligándonos a veces de manera irracional, a no creer en un proyecto por más sólido que este sea. Otra vez, es más fácil que emerjan sentimientos negativos de un mal año, que de uno bueno.